Hace mucho pasaron sus años de mozo, pero Don José no lo
nota, sigue tan sonriente y galán como cuando tenía 25 años, tan hábil como 10
hombres, él sabe resolver de todo; desde mecánico a plomero.
Se levanta con el alba y se acuesta entrada la noche, porque
el trabajo no le falta, todo el mundo lo conoce y el conoce a todo el mundo;
habla de la salud de Petra, de la hija de Sofía y de la falla en el carro de
Juan, ayuda a todo el que puede.
“Si me enfermara, vendrían en fila todas las señoritas, pues
yo las atiendo a todas”. Es la salvación de las “niñas”, quienes sus maridos
están muy ocupados, o son muy inútiles para resolver los problemas hogareños,
en la mañana arregla el carro de Rosa y luego las goteras de Encarnación.
Pero, ¿Cómo un señor tan talentoso esta solo?. Doña Sofía en
el café de la tarde un día contó, que Don José se quedó sin nadie, porque
dedicò su vida a cuidar de quienes amaba; y “perdió el tren para arreglar un nido
propio”.
Tan hacendoso Don José, trabaja mañana y tarde, pero cuando
cae el alba no hay nadie que lo acompañe, su familia es el pueblo donde vive,
ellos son sus hermanos, nietos, hijos, esposas…
Trujillo pintoresco escondido, donde tu gente convive como
una gran familia, en cada pueblo hay un personaje, detrás de cada techo hay un
relato, y la fórmula de cómo se construyen lágrimas y sonrisas en el corazón de
la gente.