Siempre
que visites un pueblo trujillano, puede ser en nuestros campos o incluso en la
ciudad, no hay mejor lugar para conocer
sus historias que en las plazas Bolívar,
pues estas son el lugar donde retozan quienes son esos libros de carne y
hueso llenos de vivencias y relatos que
la historia no les ha dado cabida en los libros. Ahora bien hablaremos de un
hecho importante que ocurrió en un
pueblito de nuestra serranía y que solo sus habitantes lo cuentan de otra
manera.
Esta
es una historia corta que un día escuche, pues al parecer no hay ningún libro
donde la pueda leer. Es un relato contado desde lo más profundo de las memorias
de un pueblo que fue escenario de las luchas independentistas por nuestro país,
es un cuento que va agarrando forma en
las palabras de esos libros vivientes que tenemos en los pueblos trujillanos;
nuestros abuelos. Es por ello, que para no perder esa cultura de relatar
aquellos acontecimientos que han pasado de generación en generación, traemos a
ustedes esta parte de la batalla de Niquitao que tal vez pasaron por alto a la
hora de escribir los hechos.
Subiendo
montaña arriba por los lados de Boconó, específicamente a 25 kilómetros se encuentra el pueblo que esta
incrustado en el himno del estado Trujillo, debido a que para nosotros y el
país entero “Niquitao en la historia es valor”,
pues en este hermoso lugar encerrado en la magia de los páramos de la
cordillera andina sucedió una batalla que marco el paso de los libertadores por
nuestro estado o mejor dicho, les abrió camino para continuar con su cometido
que era la independencia de Venezuela. Así lo cuentan los ancianos del pueblo,
quienes dicen que por allá en 1813 ya para amanecer un 2 de julio, las tropas estaban en posición, el
enemigo se encontraba a una legua de Niquitao en la población de la Vega.
Las avanzadas del ejército patriota, a su vez,
van a reconocer las posiciones de combate del enemigo, y se colocan en sitios
estratégicos. Con Ribas a la cabeza, la división marcha con el orden debido, y
a las nueve de la mañana se avisa al ejército contrario, compuesto de
ochocientos hombres bien armados. Unos minutos más tarde comienza el combate
por allá en el caserío de Tirindí de Niquitao y en medio del fuego vivísimo de los realistas, que
sostenían su formidable posición, aunque ello no era obstáculos para que por la
impavidez de las tropas patriotas siempre se ganase terreno hasta el punto de
estar casi frente a frente, lo que se hubiera realizado si no es porque el
enemigo abandona los primeros puntos que tenía tomados y se retira a ocupar
posiciones que le permitieron el
avance y triunfo al ejército liberador
dirigido por José Félix Ribas y Rafael Urdaneta.
Lo que los libros no nos
contaron
Ahora
bien, es aquí donde cambia la historia y nace una incógnita ¿Por qué si los
enemigos eran más se retiraron a ocupar otras posiciones si iban ganando? Para
ello y aclarar la duda, uno de estos viejitos que encontramos en los pueblos
nos cuenta que; en ese momento cuando el enemigo avanzaba a tal punto de casi
encontrarse frente a frente con el batallón de nuestros libertadores, quienes
iban perdiendo, se vieron muchas luces que venían a lo lejos por lo cual el batallón español comenzó a retroceder. Aquello que suponía
era un ejército de personas con antorchas que venían en apoyo a los patriotas, no
era más que un grupo de habitantes del pueblo que andaban en una procesión (posiblemente
de San Isidro patrono del lugar) por las cercanías de Tirindí donde se libraba
la batalla. De inmediato el sacerdote que dirigía la caminata al ver que comenzaron
a retirarse las fuerzas enemigas, empezó a dar vueltas en círculos para simular
que era un gran ejército que venía en apoyo de Ribas y Urdaneta y así poder
seguir asustando a la contraparte para que fuera retrocediendo dándole espacio y permitiendo así el triunfo del ejercito libertador.
Tal
vez esto nunca paso o por lo contrario los historiadores obviaron esta parte,
la cual fue crucial en la batalla, pero lo cierto es que este es un relato que
circula en la idiosincrasia de quienes ahora viven en el pueblo donde se libró
la pelea, que al pasar del tiempo ha rondado por muchas generaciones; unas las
han difundido y otras se las quedaron para no compartirla. Es por esto que es
importante multiplicar este tipo de historias que no es más que una pieza valiosa
en nuestro ADN cultural y que por consecuente no debemos dejarlo en el olvido.
Homenaje a los caídos
En el caserío de Trindí, donde se libró
la batalla, se encuentra el monumento histórico “La Columna”, lugar donde se
pueden revivir los momentos gloriosos de la historia, parada obligada para respirar el fresco
aire de los andes venezolanos y sentir el orgullo de los pobladores de éste
pueblo, por ser el protagonista de una de las batallas más importantes del país.
Así como esta historia hay muchas más que han enriquecido
el acervo cultural de nuestro querido terruño Trujillo y que unas cuantas han
quedado excluidas de nuestra historia local. Por eso es que tomo la frase de un
programa de televisión muy famoso, “estos son cuentos de mi tierra
esperando por ti”.
Si tienes alguna historia como esta hazla llegar
a mi correo gustavobencomo96@hotmail.com para que continuemos demostrando que ¡Trujillo
también es noticia!