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La infancia es una de las épocas más
emotivas en la vida de un ser humano. La inocencia, la fraternidad y la
fantasía envuelven el día a día del niño. En esta fecha tan especial, queremos
que te sientas niño de nuevo, y recuerdes aquella nostálgica época donde no
hacía falta un teléfono inteligente para vivir los momentos más especiales sin
salir de tu barrio.
Jugar Policía y Ladrón
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Este juego
era la imagen infantil de la lucha eterna entre el bien y el mal. Con pistolas
imaginarias los niños corrían a defender la calle del barrio de aquellos “azotes”
que pretendían robar la paz del lugar.
¿Cómo sabías
quién disparaba primero? Si eras capaz de gritar más fuerte que tu contrincante
y lograr convencer a tus compañeros que tu “plum plum” sonó primero, tenías el
triunfo asegurado.
Si eras un
ladrón cargado de “decencia” y te entregabas a los efectivos policiales, ibas
preso y esperabas que tu amigo más “avión” llegara con las llaves del retén a
salvarte la vida.
Ale limón, ale limón
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“… el puente
se ha caído, sol y luna dejadlo pasar, la hija del rey se quiere casar. El de adelante
corre mucho y el de atrás se quedará… ¡Se quedó!” La canción infantil puede cambiar su letra dependiendo el
lugar.
En este
juego, dos niños con las manos levantadas cantaban la canción mientras los
demás pasaban por el lugar. Al terminar la canción si quedabas atrapado en el
puente, debías elegir una fruta. No sin antes ser empujado con el famoso:
“Mosquito,
mosquito pa´ lante y pa’ atrás… escoge la gruta que te guste más”.
Perrito Fusilado
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Era sin
duda, uno de los juegos que más adrenalina regalaba a sus participantes. En el
perrito fusilado sólo existía una regla: No quedar de último. De hacerlo,
aprenderías a la fuerza a correr lo más rápido hasta la zona de salvataje.
Un cuadro
con los nombres de los participantes era hecho con tiza en una acera. Cada
miembro debía lanzar una chapa a la fila de uno de los competidores. Si
resultabas elegido, debías tomar el balón y correr, e intentar tocar a uno de
los niños. Si no lograbas, o eras tocado, una “X” se agregaba a tu nombre.
Al final, el
que tuviera más “X” acumuladas debía ser fusilado por todos los participantes. Por
eso algunos intentaban jugar “mantequillita” no cualquiera estaba preparado
para perder en tan dramático juego.
Gritar Stop antes que tus amigos
“Por la
letra… Z” era el inicio de una competencia olímpica por ser el primero en
gritar stop. Éste fue uno de los juegos más recordados de nuestra niñez. Capaz
de reunir a personas de distintas edades una noche o un domingo algo aburrido.
En este
juego se debía anotar a la velocidad de la luz el nombre, apellido, ciudad,
fruto, animal, color y cosa que comenzara con la letra correspondiente. 100
puntos se conseguían si acertabas en solitario, 50 si más de dos tenían la
misma palabra.
La batalla
campal en este juego comenzaba cuando muchos reclamaban que el aguacate no era
una fruta, que león y leona es lo mismo y que no existía el color frambuesa o
el color oro.
El Escondite
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Sería extraño
escuchar que alguien en su niñez nunca jugó el escondite. Era uno de los juegos
más populares de los barrios trujillanos. Con este juego algunos conocieron sus primeros amores, y dieron
rienda suelta a la astucia al intentar buscar escondites inspirados en las
películas de acción que pasaban los domingos en la tarde.
“Un, dos
tres fulano” Si eras el primero en ser descubierto corrías el riesgo de “quedártela”
y tener que contar hasta el número 100 mientras los demás se escondían.
El grito de “Libertad
pa’ todos” era motivo de festejo entre los participantes.
Los gritos y aplausos llegaban
incluso a aquellas casas donde algunas señoras gruñonas vivían. El escondite es
un juego hecho para la posteridad, quizás el más recordado en los corazones
trujillanos.
Elevar un volantín
Cuando
llegaba mayo, los cielos trujillanos recibían el ingenio de la niñez. La mayoría
hechos de manera artesanal, los volantines o papagayos surcaban las alturas
mientras eran sostenido por hilo pabilo, el mismo que une a las familias para
amarrar las hallacas navideñas.
Elevar un
volantín era tarea del creador, de los amigos que querían hacer lo propio y de
los vecinos que junto a una taza de café observaban como el papagayo indomable
dejaba su marca en el cielo. Algunos perdían el equilibrio y dejaban soltar la
cometa, la misma que terminaba enrollada en alguna telaraña eléctrica del
pueblo.
El diario
Últimas Noticias te da las indicaciones para que aprendas a hacer tu propio
volantín. Pincha este enlace
El conejo la suerte
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“… tú
besarás, a la chica o al chico que te guste más” así termina la frase del
famoso juego infantil que nos acercaba cada vez más a la etapa juvenil. El
misterio, los nervios, y la complicidad de los niños que entre risas y pena
esperaban el ansiado beso entre el elegido y penitente.
Todos tomados
de las manos al son de la canción “el conejo de la suerte se ha marchado a la
hora de comer, haciendo reverencia con cara de inocencia. Tú besarás a la chica
o al chico que te guste más” el elegido debía levantarse, cerrar sus ojos
mientras daba vueltas.
El dedo indicaba a quién le correspondería el
honor, aunque no era raro que las mismas personas por cosas del “destino”
siempre terminaran de beso en beso.
Nuestra
niñez fue una época cargada de misterio e inocencia. Sin aparatos electrónicos,
sin tanta bulla y llena de cuentos y juegos que hacían que las hora pasaran
rápido, y esperáramos con ansias que llegara el otro día para seguir jugando
con nuestros amigos.
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