Cortesía: Carnavales Turísticos de Motatán |
Este municipio ha tenido una vida al
revés. En sus inicios fue polo comercial del estado Trujillo. El ferrocarril la
convirtió en centro de todo el estado, y el Central Azucarero en motor
productivo de la región. Hoy día el pequeño pueblo lucha contra los embates del
tiempo, la inseguridad y la falta de amor de todos sus habitantes
Siempre se
dijo que Motatán es un pueblo “que se niega a morir”. Una frase que guardan con
mucho respeto sus pobladores más antiguos, quienes han visto como la tierra del
cañaveral ha resucitado como el ave fénix para alegría de los suyos.
Por su gente alegre y fiestera
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Hasta hace
poco la tristeza duraba poco en Motatán. Las personas nacían con una sonrisa en
la boca y una botella de ron entre los brazos. Cualquier lugar o evento era
propicio para celebrar incluso un cumpleaños de siete meses atrás.
Un bautizo,
un cumpleaños, una graduación y hasta un velorio, servían de centros sociales
donde las personas con “copita” en mano podían deleitarse de los últimos
chismes que paseaban por los ventanales de la tierra de la “caña, piña y tambor”.
Algunas
abuelas piadosas aseguraban que el “miche” era el culpable de la desgracia en
Motatán. No era extraño ver un domingo de misa, gente durmiendo en las aceras.
Algunos incluso aseguran que en el extinto programa Ocurrió Así, se dijo que Motatán era el segundo pueblo en consumir
bebidas alcohólicas por habitantes del mundo.
No pudimos
corroborar la información, pero nos da una opinión de aquellas fiestas que
ocurrían en la que fue capital de Trujillo y que sacudían a toda la región.
Por sus Carnavales: Llenos de
colorido y fantasía
Cortesía: Carnavales Turísticos de Motatán |
Las fiestas
en honor al Rey Momo, daban al pueblo un aura de magia durante el transcurso de
febrero. Era una de las pocas fechas donde todos los sectores se unían por
lograr el premio más importante: la mejor carroza y comparsa del año.
Desfiles
coloridos, carrozas ingeniosas y de distintas formas, y reinas de belleza que
saludaban mientras lanzaban caramelos a los presentes, eran parte del
multitudinario desfile que cerraba con los segundos carnavales más concurridos
de Trujillo.
En las
calles del pueblo estaba prohibida la gente en silencio. Sólo aquellos que
venían a celebrar y apoyar a su sector favorito tenían derecho a presenciar el
evento.
Dos sectores
se robaban las miradas por su ingenio y creatividad: San Nicolás y El Centro.
Era una lucha apasionada, que llegaba a extremos como un clásico Barcelona y
Real Madrid.
Por el aniversario de su fundación: “San
Benito échate un palo”
Luego de una
larga espera, a inicios de septiembre llegaba el aniversario del pueblo. Y no
había mejor manera de cerrar la fecha con la romería en honor a San Benito.
Tamboreros de distintos lugares del país, ponían a bailar las calles del pueblo
mientras el sonido del tambor traspasaba las casas de bahareques del valle de
fértil riqueza.
Desde muy
temprano comenzaban a llegar los motatanenses al punto de concentración. El “San
Benito es lo que quiere que lo bailen las mujeres” era cantando por todos,
mientras la lucha del mejor toque ponía a todos a bailar bajo el inclemente sol
del mediodía.
El ciclo
cerraba con la premiación a los mejores tamboreros y la noche era testigo de la
química entre hombre y licor.
Era el día
donde todo se olvidaba, donde todos eran amigos, y algunos golpes evitaban una
situación peor, eran otros tiempos. Eran tiempos de gloria.
Por sus aguas termales: Sin olvidar
la Iglesia y la Plaza Bolívar
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Las
sulfurosas aguas termales de Motatán dieron permiso a la imaginación popular de
los habitantes del lugar. El Cerro el Conquistado es para muchos un “volcán
dormido” y las aguas termales y sus altas temperaturas la carta que mostraban
algunos ante el incrédulo visitante.
En Venezuela
no hay volcanes. Lo cierto, es que las aguas termales poseen propiedades
curativas por excelencia. Sólo 7 sitios en Venezuela cuentan con este tipo de regalo
natural.
La plaza
Bolívar decía una cuña política “es la más bella del estado”. Su fuente de agua
levantaba el ánimo de sus pobladores, y de distintas partes de Trujillo, una
cámara fotográfica inmortalizaba el momento de muchos que fueron a ver la
magnífica obra de aquel entonces.
La Iglesia
del pueblo fue remodelada a su totalidad, y en un pueblo donde el sol llega a
descansar, los aires acondicionados del templo católico fueron bien recibidos
por una feligresía que aumentó en número luego de ese obsequio de la
modernidad.
Porque se Niega a Morir
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Dramática ha
sido la historia del pequeño pueblo. Fue capital de Trujillo y los bachacos
sacaron a los conquistadores del lugar. Logró a finales del siglo XIX ser
centro comercial de Trujillo, gracias al segundo tramo del ferrocarril de La
Ceiba. En los sesenta, la creación del Central Azucarero, aumentó las
esperanzas de un pueblo, las mismas que huyeron cuando éste fue cerrado.
Y muchos
aseguran entre lágrimas que este es un pueblo que se niega a morir. Hoy día son
muchos los males que afectan a la tierra de Guillermo Montilla.
La fiesta, la magia, el ron, lo magnífico,
dieron a paso a un manto que cobija a un pueblo en silencio. Pero el dicho
cobra vida hoy día.
Si Motatán
es un pueblo que siempre se ha negado a morir, esta no es la excepción. Y
pronto deseamos que el brillo y la alegría lleguen a sus calles. Y cantar aquella
estrofa que escribió en el pueblo Alí Primera: “San Benito échate un palo y
canta con alegría que en Motatán los
tambores ya resuenan por la vida”.