“En Isnotú no hay
médicos y mi puesto está allí, allí donde un día mi propia madre me pidió que
volviera para que aliviara los dolores de las gentes humildes de nuestra
tierra...”. Rencillas políticas obligaron al “Médico de los Pobres” a no
cumplir el deseo de su madre.
En 1888, un Hernández recién graduado
responde a una carta enviada por el Dr Dominicci, quien fue rector de la UCV y
padre del que sería su mejor amigo. Dominicci se ofrece para ayudarlo
económicamente a montar su consultorio, pero eśte se niega.
Cumpliendo las promesas de su madre
parte a Isnotú. De Caracas llega a Puerto Cabello, luego en buque a Curazao,
llega a Maracaibo y desde La Ceiba en Ferrocarril hasta Sabana de Mendoza,
Betijoque y por último su pueblo.
Rafael Ramón Castellanos en su libro
“El Milagroso Médico de Los Pobre en Isnotú” explica detalladamente el
transcurso de José Gregorio Hernández en tierra trujillana.
En Betijoque es elegido “Médico del pueblo”
Ramón Castellanos nos
dice en su libro “La comisión de Asuntos Médicos que no cesó en sus funciones
durante la crisis de la epidemia, acuerda nombrar Médico del pueblo al doctor
José Gregorio Hernandez, según constancia existente en una de las actas de
aquel entonces”.
Uno de los esfuerzos
de José Gregorio Hernández es la construcción del acueducto municipal, proyecto
que llama la atención de los ediles y que cuenta con uno de los personajes más
influyentes de la sociedad trujillana como lo es Diego Bustillo.
En Betijoque atiende a
algunos de sus pacientes los cuales visita dos o tres veces al día.
Hernández tiene intenciones de asentarse en Valera
Valera a mediadios de 1800/ Foto subida por Erchavo a Wikipedia. |
Castellanos afirma que el “Siervo de Dios” quería
residenciarse en la urbe de Mercedes Díaz. Valera en aquel entonces una de las
ciudades más jóvenes de la geografía trujillana y era centro o parada
obligatoria para aquellas personas que venían de las altas montañas hacia La
Ceiba.
El 16 de octubre de 1888 Hernández le escribe a su
amigo Santos Dominicci sobre sus intenciones de vivir en la ciudad de las
“siete colinas”.
“Mañana me voy para Valera a ver qué tal me parece
ese lugar para establecerme; creo que no podrá ser allá que me sitúe, por ser
muy pequeño y estar habitado por tres médicos.”.
Dos días de después de escribir la carta al que será
ministro de sanidad bajo el gobierno de López Contreras, llega a Valera. La
descripción que hace sobre el sitio es muy interesante en una carta fechada
para el 22 de octubre de 1888.
“...es muy pintoresca en situación topográfica y
sirve para asombro a todo el mundo porque es una sorpresa poco común en la
cordillera andina, puesto que, estando en el corazón de la serranía, tiene una
temperatura bastante elevada y no es raro que haya 28 o 30 centígrados a las
cuatro de la tarde, mientras que a su alrededor hay una multitud de pueblecitos
que distan a tres, cuatro, el que más a seis leguas, en los cuales el clima es
bastante frío".
El 1 de noviembre parte a Boconó con intenciones de quedarse
Ocho días después luego de un tedioso viaje llega al
“Jardín de Venezuela” donde pernoctará en la casa de su hermano César
Hernández.
Castellanos oriundo de Santa Ana, deja en su libro
una carta fechada del 17 de noviembre de 1888 donde José Gregorio Hernández
describe el apacible pueblo de San Alejo de Boconó:
“Boconó es un lugar muy bonito y que se parece a
Caracas muchísimo, tanto en el clima como en la situación de la ciudad: los
campos son preciosos, y todos completamente cultivados y muy productivos; hay
dos ríos que corren a orillas de la ciudad, uno al occidente y el otro al
sureste, todos con bastante agua”
En la misma carta Hernández le cuenta a su amigo que
se bañó en uno de los ríos “es muy agradable el baño, aproximadamente como si
uno se bañara con agua helada”.
“El venezolano del siglo XX” tiene intenciones muy
serias de quedarse “lo único que me detiene es que creo que dos médicos, que
aquí hay, pueden hacerme la guerra porque ése ha sido su comportamiento con
todo el que ha tratado de situarse aquí.”
Castellanos dice en su libro: “Se sabe poco de los
motivos que llevaron al doctor Hernández a olvidarse de su aspiración de ser
uno de los médicos de Boconó, aunque él es un poco irreverente al haberse
referido a ellos en una de las cartas ya leídas como un tanto chapados a la
antigua.
Los liberales lo tratan de godo y debe huir de Trujillo
Nos dice Castellanos
en su libro que Hernández viajó por Mérida y Táchira y pueblos de la serranía
andina para luego volver a Isnotú a inicios de febrero de 1889. En Betijoque
funge como monaguillo en la misa dominical. Atiende a sus pacientes dos veces
al día.
Los nuevos gobernantes
de Trujillo y la región Los Andes abogan por la expulsión del célebre médico.
¿Por qué?
Castellanos nos dice:
“No olvidemos que don Benigno Hernández, el padre llegó a esta tierra
hospitalaria de Isnotú como una víctima los liberales de la Revolución
Federal”.
El gobierno liberal
ponía entre la espada a José Gregorio Hernández, o huía de Trujillo o era
encarcelado y llevado a una cárcel en cualquier lugar del país.
El 18 de febrero de
1889 escribe con un tono de sinsabor a su amigo Santos Dominicci:
“Por fin como que va a
suceder lo que tanto habíamos temido: me dijo un amigo que en el Gobierno de
aquí se me ha marcado como godo y que se estaba discutiendo mi expulsión del
Estado, o más bien si me enviarían preso a Caracas; yo pensaba escribirle a tu
papá para que me aconsejara en qué lugar de Oriente podré situarme, porque es
indudable que lo que quieren es que yo me vaya de aquí; sin embargo, no le
escribo porque, como no tengo seguridad en el correo y a él tendría que
escribir en letra ordinaria, correría mucho peligro. ¿Si me echan de aquí,
adonde voy? Esa es mi duda.
Castellanos nos dice
en su libro que este párrafo estaba escrito en letra cursiva alemana, para que
no fuera leída por miembros del correo o el Gobierno.
Un párrafo más abajo José Gregorio Hernández le dice a su amigo: “Como tú comprendes, sin que yo haya dado lugar a nada, porque solamente me preocupaban mis libros”.
En abril de 1889 llega a Caracas donde su profesor
Calixto González le informa que ha sido elegido para viajar a Europa a
especializarse gracias a una beca del presidente Rojas Paúl.
La salida de Trujillo trajo muchos
beneficios a José Gregorio Hernández. Trajo el microscopio al país, se
convirtió en uno de los científicos más respetados de Caracas y en el camino,
su apostolado cristiano se edificaba para que el tiempo le diera el título de
“Venerable”.