Hay gente muy popular en nuestro pueblo que va marcando
las costuras del quehacer pueblerino. Y el bachiller Tulio, fue uno de ellos. Lo
engalanó su don de gente, su buena cortesía, y además, era un extraordinario amante
de su terruño como característica propia del ser pampanitense. Sus conocimientos
de lo acontecido (la historia distante de Pampanito) también sirvieron a la
memoria histórica del pueblo. Era un hombre de consulta de la historia lugareña.
Era un libro abierto de la historia de aquel Pampanito del pasado, el
Pampanito, “oloroso a tiempo antañón, a barro (bahareque), o, a tierra virginal
y húmeda que de vez en cuando brotaba de la memoria”.
Tulio Ruíz |
Tulio, fue un buen contertulio en la temática de la
historia pampanitense. Era un buen conversador, cuando tocábamos temas
literarios (novelas, cuentos y poesía) no escapaba nunca lo acontecido y el
diario acontecer de nuestra comarca nativa, la historia local, la historia de
Pampanito que conservó nítida y fresca hasta sus últimos días terrenales.
Así fue el bachiller Tulio, un hombre de versada
expresión, contundente e incisivo en la palabra culta, formada e informada en
sus lecturas constantes. Se le veía siempre leyendo un periódico, pero también era
un excelente lector de libros, devoraba todos los textos acicalado a la antigua
—leía libros físicos— impresos con tinta pues le costó un mundo saltar a la
vastedad de la era digital. Aún así, leía cuanto se le ponía a la vista, y en
los últimos días me manifestó que quería leer los cuentos de Orlando Araujo, y
mientras lo buscaba en mis cajas, le hice llegar dos textos (dos libros), uno
de Ednodio Quintero —el cual me devolvió y lo comentamos en la Plaza Bolívar—,
y el otro, “Los Detectives Salvajes” de Roberto Bolaños, el cual quedó en sus
manos, y no tuvimos tiempo de comentar. En la lista de espera quedó el de
Orlando Araujo, del cual leyó en algún momento unas reseñas periodísticas, y quería
leer su obra completa, pero el tiempo no alcanzó.
Así como era un extraordinario lector, era un amante
de la poesía —de la poesía buena y exquisita—, y sin escribir ni un solo verso
su vida estaba llena de poesía. Le gustaban los textos del poeta salvadoreño y
revolucionario Roque Dalton, en especial este poema: “Yo, como tú, / amo el
amor, la vida, el dulce encanto/ de las cosas, el paisaje/ celeste de los días
de enero./ También mi sangre bulle/ y río por los ojos/ que han conocido el
brote de las lágrimas./ Creo que el mundo es bello,/ que la poesía es como el
pan, de todos./ Y que mis venas no terminan en mí/ sino en la sangre unánime/
de los que luchan por la vida,/ el amor,/ las cosas,/ el paisaje y el pan,/ la
poesía de todos”.
En nuestros años de mozo, sabíamos del pensamiento
revolucionario de Tulio. Lo conservó hasta el final. Lo vimos participando en movimientos
políticos revolucionarios, que hacían vida política en aquellas épocas de
luchas frontales contra los partidos del estatus. Además, con mi amigo Jorge
Colmenares, lo visitábamos cuando llegaba de viaje, en sus andanzas por tierras
marabinas, a fin de jugar una partida de ajedrez. Al fin de cada partida de
ajedrez, pues yo también ganaba, porque me quedaba con los periódicos viejo que
había leído Tulio en los días anteriores, en especial el diario El Nacional,
muy contestatario en esos tiempos. Su afición a la lectura y al ajedrez las
mantuvo siempre, y al final de sus días, los placeros y la plaza Bolívar dan testimonio
fiel de este buen amigo Tulio Ruíz y su afición por la lectura y el ajedrez. NOTA:
Tulio Ruíz, era el padre de dos grandes amigos pampanitenses, el Dr. Lenin Ruíz
(neurólogo), y Leonel Ruíz (actual alcalde de Pampanito).
Gregorio Riveros
Cronista Oficial del municipio Pampanito