jueves, 7 de julio de 2016

Reflexiones frente a Trujillo

Fotografía: Carlos Solarte
Ser trujillano es llevar en nuestros corazones el orgullo de un exquisito y amplio pasado histórico-cultural digno de ser estudiado, evocado, con el mismo amor que Mario Briceño Iragorri lo hizo en su tiempo; pero también ser trujillano es hoy llevar a cuestas el caos de un actual atraso imperioso, de pobreza y desempleo, de abandono e indolencia. Hoy parece que Trujillo no se da cuenta de su propio desmoronamiento cultural, económico, político, ecológico, educativo y social.

La educación debe ser la base de las sociedades, pues en ella recae el peso del porvenir de un pueblo, la conducta ciudadana y sus conjuntos, el profesor Alí Medina Machado nos dice, “La educación debe abrir cauces efectivos para que el discente en formación se convierta en un hombre aportativo a la comunidad en que se desenvuelve”, reconociendo el valor irrefutable que la educación guarda para las sociedades.

El estudio profundo y minucioso de la historia no debe ser abandonado, conocer nuestros orígenes, nuestro pasado, es pieza clave para encontrarnos con nosotros mismos e identificarnos como sujetos miembros de una cultura plural y polisémica, pues si desconocemos nuestra historia, difícilmente sabremos el rumbo del provenir colectivo. Decae entonces sobre nosotros la incertidumbre, la ignorancia, el desasosiego de convertirnos en parias, tal parece que ese es el cometido de ciertos centros de poder para perpetuarse, bien es sabido que un pueblo ignorante es al extremo manipulable, queda de nuestra parte amigo lector, el generar mecanismos que promuevan el estudio de nuestra historia y cultura colectiva.

El cultivo del conocimiento es una labor minuciosa, está abierta todos cuantos sientan la necesidad de saberse miembros de una sociedad, hoy Trujillo padece de un mal destructivo, cancerígeno de alguna manera, y no es otro que el abandono de las letras, el desapego por lo nuestro, la ignorancia de cualquier forma de expresión cultural, el profesor Alí Medina Machado nos decía (por contar una anécdota) “los periódicos me están pidiendo que les envíe artículos, porque no hay quien los escriba”, a su vez se preguntaba “¿Dónde están los más de doscientos profesores que tiene la Universidad de Los Andes?”, surge la siguiente interrogante ¿Acaso la Universidad de Los Andes, o las distintas Universidades que existen en Trujillo no tienen profesores lo suficientemente calificados como para publicar artículos de interés cultural en los distintos periódicos regionales y nacionales?

La respuesta salta a la vista, todos quienes tenemos vínculos directos o indirectos con las  diferentes universidades del estado, sabemos que no es así, y ésta respuesta la refuerza el Profesor Alí, “No es que no tengamos profesores calificados, lo que pasa es que nuestros docentes están apagados, la educación no debe quedarse solo en las aulas de clase, la función del docente es ésta, ser voz sonora, no podemos ser educadores pasivos ni educadores silenciosos", el docente debe ser pro-activo, que aproveche hasta el último instante el educar, que estimule las iniciativas, avivando la creatividad y el entusiasmo por las faenas del estudio e investigación, pero también nos invita a salir del aula y democratizar la educación, expandirla a otros niveles y espacios, acorde a la dinámica social.

Cuando pienso en Trujillo y su dinámica actual, se me hace inevitable sentir harta tristeza, con impotencia observo las calles destrozadas, las plazas en completa desidia, los pocos museos que hay cayéndose a pedazos, las personas haciendo kilométricas colas para obtener un paquete de harina P.A.N o cualquier artículo de primera necesidad, recuerdo su pasado esplendoroso y próspero que me cuentan los libros de historia venezolana, me encuentro con estas palabras de Mario Briceño Iragorri, “Mi pueblo fue hasta el año en que lo incendió el pirata Grammont, ciudad que discutió con Caracas la primacía en la Provincia de Venezuela”.

Imagino hoy a Trujillo con todo lo geográficamente rico que es, como un ejemplo a seguir para toda Venezuela, tenemos tierras para desarrollar todo tipo de cultivos, tenemos salida al mar por el puerto de La Ceiba, y pare usted de contar todo tipo de rubros minerales y energéticos que se pueden explotar en pro del desarrollo de nuestro Trujillo, es una utopía que tenemos que construir y hacer realidad juntos, pero necesitamos unidad, amor, emprendimiento, educación, Trujillo hoy pide a gritos que lo queramos un poco, que lo sintamos tan nuestro como hijos que somos de sus tierras mágicas.