Yo podría decir que los
carvajalenses estamos satisfechos con lo que tenemos, con lo que somos, aunque
al mismo tiempo no nos pongamos de acuerdo con lo que somos, ni sobre lo que
queremos ser, tal vez por el funcionamiento de la ciudad. Desde que me mudé a
Carvajal en el año 94, lo veo tan igual como siempre, no tiene un avance
progresivo como lo puede tener Valera, debido a la reducida inversión del
estado y los políticos de turno que rigen sobre el pueblo. Tampoco retrocede,
está allí, suspendido en el eco cenagoso de la conformidad, unos edificios más, un centro comercial nuevo,
la universidad y más pobladores, tan parecido a la Venezuela de hoy como lo
puedan percibir, desde su conformación como municipio en el año 90 hasta hoy,
ha tenido solo tres alcaldes en veintiséis años.
Como pueblo ambiguo y con
ancestral cultura, Stovacuy es también parte del nacimiento a nivel americano
de una nueva cultura, resultado de la antes mencionada mezcla genético-cultural.
Los carvajalenses nos sentimos parte de Valera (no con esto quiero decir que
nos sintamos valeranos), debido a que nuestras vidas transcurren mayormente en
esa ciudad, es uno de los motivos por el cual a Carvajal la llaman, con toda
razón, “Ciudad dormitorio”. La fuente más grande de trabajo que tiene Trujillo
es Valera, allí se concentran la mayoría de las empresas del estado, algunos
organismos públicos, y un porcentaje alto de la actividad comercial regional. El
carvajalense se ve obligado a beber de la fuente de trabajo que es Valera, pues
las ofertas en su pueblo son escasas: la alcaldía, Industrias K.E.L. C.A., los
dos centros comerciales, el aeropuerto (casi inactivo), la Fábrica H.A.
Espósito, dos bancos.
Vista de Carvajal desde el Alto De La Cruz. http://www.panoramio.com |
El sistema climatológico de
Carvajal es relativamente fresco, debido a su altitud de 800 m.s.n.m. a los 1.200
m.s.n.m. en su punto más alto, y la proximidad con la cordillera del Alto de La
Cruz, esto produce en la vida de sus pobladores, que laboran, estudian y se
desempeñan en Valera, un gran alivio, pues si bien Valera carece de atraso con
respecto a Carvajal, no ocurre lo mismo con el infernal calor. Conserva un
atractivo turístico por explotar, inmenso, al igual que tierras donde producir
todo tipo de cultivos.
Carvajal guarda cierta
relación con Valera en cuanto a distribución del espacio geográfico, goza de
zonas altas: montañosas, de tierras cultivables, nacientes, arroyos, hermosos y grandes
cedros, gente amable, el campesino de La Loma, agricultor hasta donde puede,
criador de animales (gallinas, cerdos, pollos, chivas) para su consumo interno,
gente de curiosa personalidad, supersticiosa, de pocas palabras, con su manera
propia de vestir y andar, la zona media: donde se concentra la capital, la
urbe, clima medianamente fresco, habitantes bonachones, uno que otro borracho
en la Plaza Bolívar, es centro de comercio, lo que hace surgir al típico pícaro
de la ciudad, que como en las novelas, se las ingenia para salir ganando en
cualquier tipo situación, y la zona baja, con tierras ideales para cultivos frutales
de: musáceas, yuca, lechosa, mamón, cítricos, con temperaturas cálidas, la
ruralidad del espacio es muy notable.
El Alto De La Cruz . http://www.panoramio.com |
Como buena ciudad
provinciana, encarna el contraste cuyo origen me tome la tarea de explicarles de manera muy amena,
hay que tenerlo en cuenta, pues es factor determinante en la identidad de la
población, que como pueden notar es un tanto dispersa, cada zona tiene sus
modismos y patrones de comportamiento, cada zona tiene las sapiencias que las
caracterizan. Desprovista de altos edificios, y construcciones de envergadura, la
arquitectura del pasado parece no dejar mucho rastro de su existencia, ciudadanos
de lento andar, Carvajal no tiene prisa, poco salvaje, es común ver un hombre a
caballo cruzando la Avenida Principal, nadie se sorprende, salvo los niños que
hipnotizados por ver semejante imagen, casi irreal para ellos, les dicen a sus
padres, ¡un caballo, un caballo!
Carvajal duerme en
exceso, el campo desde La Loma baña la ciudad, surte algunos negocios de yuca,
cambur, ocumo, descienden sus campesinos silenciosos y de rasgos indígenas
pronunciados, en ellos se ve muy de cerca nuestra raíz genética; “el citadino”
también sube a besar el campo, a caminar por sus montañas, a distraerse, a
visitar a algún familiar, o a tomarse una unas cervezas en el bohío del popular
“Kamba”. Eso es Carvajal, el Super Mercado Caracas y la bodega de la esquina, nada
es innegablemente vetusto, ni apresuradamente moderno, el Padre con sus feligreses
y el “loco de cuatro esquinas”, el delincuente y el taxista asesinado, las
cachapas de la tienda en el centro comercial y las cachapas de la avenida, los
bares y la botella en la calle, las cestas de guada fabricadas en Canta Rana y las
cunas en Saidi, los poetas y las calles, la U.V.M. y la Bolivariana,
los comerciantes y los agricultores, Justin Bieber y los raperos del H, Reinaldo
Castellanos con sus músicos y las bandas delictivas, el cronista que cuenta y
el escritor que reflexiona, se aglutinan en rasgos fundamentalmente estéticos
de lo que hemos sido, somos y de inconmensurable manera continuaremos siendo.