lunes, 13 de julio de 2015

Tragedia de Boconó: El día en que la lluvia y el Gobernador embarraron al Jardín de Venezuela

Cortesía: lagranciudad.net
“Con guarimberos yo no converso” dijo el hombre que con abrumadora mayoría dirige el destino de los trujillanos desde el Palacio de los Duendes. Utilizando un discurso trillado que sirve de salida de emergencia cuando algunos gobernantes no velan por los derechos de aquellos que sirvieron de escalera para cargos al servicio de un pueblo.

Tristeza. Eso se respiraba en Boconó. El cielo utilizaba un vestido oscuro que cobijaba a los habitantes de este pueblo ubicado montaña arriba. Por el camino quedaba plasmada el poder de la madre naturaleza, y el error de hacerse oídos sordos a las peticiones del pueblo de a pie, el mismo que voto tras voto lleva a muchos a ocupar los más altos cargos públicos a unos cuantos.

Un poco más arriba del primer punto de control de efectivos de la Guardia Nacional Bolivariana, dos casas mostraban caras de susto y sorpresa de aquel que sabe que vive en un lugar peligroso y que tarde o temprano será víctima del hampa. ¿Qué hacían al momento de la tragedia? ¿Había niños en el hogar? Preguntas que no tienen respuestas certeras, aunque con el agua a la mitad sugieren que estas familias son parte de los más de mil damnificados que lloran en silencio lo ocurrido en el Jardín de Venezuela.

En caravana fotografías familiares, neveras, cocinas, camas, desfilaban por la avenida principal de Boconó. Era una marcha triste casi fúnebre. Expatriados por causas ajenas de un lugar que los vio crecer. Muchos caminaban sin saber qué ocurriría mañana, preguntándose quizás, que habían hecho para merecer eso.

Bolívar no se equivocó. Boconó es hermoso desde la óptica en que se vea. Las montañas muestran sus mejores faldas, mientras flores de distintos colores dan el toque de coquetería a este hermoso pueblo. La que fue por un tiempo capital de Trujillo, queda consternada porque su Jardín por culpa de la lluvia y olvido de su jardinero político quedó embarrado y estropeado por utilizar una palabra para salir del paso: Guarimba.


Ese domingo, el jardinero se encontraba junto a uno de los dueños de la casa, el Diputado Darío Vivas. Anunciando proyectos y apoyo a las personas afectadas por el desbordamiento del río. Anunciaban avances desde el sector La Coromoto y prometían ayudar a todos los aquejados, bajo la sombra de un país casi quebrado. En los Pantanos, otra zona afectada la situación era distinta.

¿Ese colchón está mojado? En tono desafiante preguntaba un efectivo castrense a seis jóvenes que llevaban el utensilio arriba de sus cabezas. Le explicaron que procedían a llevar ayuda a las familias afectadas y con una autoridad de cartón éste dijo: Desde hoy no se permite entregar insumos a los damnificados.

¿Quién va traer insumos entonces? Nicolás Maduro anda planeando estrategias baratas en su supuesta “Guerra Económica” evento bélico que él creó y por supuesto va perdiendo. Quizás Rangel Silva sea el que lleve los insumos, luego de señalar al río y la madre naturaleza como coayudantes del imperio y conspiradores guarimberos. ¿Es que acaso los trujillanos no somos capaces de ayudar a los nuestros? ¿De dónde era ese efectivo que no conoce la palabra ayuda humanitaria? Luego de una acalorada charla permitió el ingreso al sitio.

El barro aruñaba las piernas de los que transitaban ese lugar sin luz. El sitio no tenía las bondades de un jardín viviente. Grandes rocas y sedimentos que llegaban desde arriba daban la bienvenida a un territorio estéril, golpeado y abandonado. Un territorio que tiempo atrás fue camino directo de un río ciego que busca su cauce.

Dos filtros y vasos llenos a la mitad de un supuesto jugo eran testigos silentes de lo ocurrido. Sentados en aquellas furiosas rocas que bajaron de las montañas y ahora dormían, dos señores masticaban una arepa con queso, era su almuerzo y cena.
Cortesía: www.entornointeligente.com
“Aquí iban a construir casas de dos plantas pero tuvimos que aprovechar lo primero que llegó” dijo una mujer que luchaba contra su hijo pequeño que pedía comida al frente de su modesta vivienda. “Los que faltan por comer que vengan” ante esa voz de hija de Eva la madre envió al niño a comer. Ella explicaba con esperanza que pronto comenzarían a colocar la red de aguas negras y blancas al igual que la red eléctrica.

Algunos niños que jugaban al escondite intentaban descifrar qué había en las bolsas negras que eran bajadas de una camioneta. Al saber que juguetes, zapatos y ropa serían entregados al que llegara primero, con inocencia  comenzaron una carrera, la misma que días atrás le daba el triunfo al agua y marcaba otra derrota para la raza humana.

“Yo no quiero ropa, tengo mucha, lo que necesito son zapatos” decía un niño de 8 años mientras mostraba sus pies pintados de barro. “No me gusta esa blusa”  decía una niña, cuando recibió un suéter de su dibujo animado favorito salió sonriendo del hogar que servía de entrega de insumos improvisada.

Una niña casi llora de la alegría al recibir un peluche muy parecido al que perdió días atrás cuando nadie pudo oponerse a la naturaleza. “Muchas gracias, Dios le pague, este osito de parece mucho al que perdí” dijo al joven que le entregó el juguete.

Los mayores se encontraban en otro sitio, la lucha cívica era para recibir comida para alimentarse ellos  y sus soñadores niños, que entre juegos y sencillez estaban felices de pasar más tiempo en la calle que lo acostumbrado.

Las lágrimas de un hombre de aproximadamente 40 años al no lograr recibir comida, fue uno de los momentos más desgarradores.”No tenemos nada que comer, no tenemos plata, no tenemos un coño” gritaba el trabajador del campo mientras el corazón de los presentes se apretaba y exprimía lágrimas incluso en aquellos de cerviz dura.

Otra mujer pedía comida para su madre, una septuagenaria que no vivía cerca del lugar. El tiempo jugó en su contra, cuando llegó sólo cajas vacías sonreían a su tristeza.

Sería negligente no reconocer que el Gobierno Regional está tratando de enmendar el error. Mientras subíamos a Boconó, notamos que existe un plan de contingencia.  Pero es demasiado tarde y no está llegando a todos los afectados.

Queda una duda al aire, si las lágrimas y sufrimiento que transmiten estos más de miles de damnificados se debe en pensar cómo lograrán recuperar todo lo que se llevó el río. En un país con la inflación más alta del mundo, con un índice de desabastecimiento superior al 60% y un podrido control de cambio, no es macabro deducir que pasará mucho tiempo hasta que logren terminar de pagar el último producto perdido.

La divina providencia dictará veredicto sobre culpables. El señor Gobernador aprendió una lección: No todo es Guarimba, no todos son agentes del imperio y una reunión de trabajo no puede ser más importante que la voz de aquellos que le sirvieron de escalera para ser lo que es hoy día: El protector político de nuestro estado.