Foto cortesía Elsiglo.com.ve
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“Dame 300 y
te paso” le decía aquella mujer de tez morena a todos los que se encontraban
alrededor del Mercal del barrio El Milagro, quienes desde el día anterior hacían la cola para poder llevar comida a sus
hogares.
En la
entrada del local una cartulina resaltaba y en ella, con tinta negra, la
siguiente frase “Desde el 20 de enero no
se aceptara lista, será por orden de llegada” pero para Rafael* eso no fue así.
Conozca la
odisea que ha vivido Rafael Paredes para poder comprar en el Mercal del barrio
El Milagro.
El que madruga, ni Dios lo ayuda
Rafael
Paredes, escuqueño de unos 40 años de edad, se encontraba desde las nueve de la
noche del domingo a las afueras del Mercal, pues el terminal de su cédula lo
autoriza para que compre los días lunes, con 100 personas por delante, no pudo adquirir
nada.
Si no pagas, no pasas
“La Verde” así
es conocida aquella mujer que recorre toda la fila ofreciendo su servicio “300
y te paso” con una mano repleta de cédulas y la otra de dinero, dirige quien
entra y quién no al Mercal, esto sin autorización oficial, pero apadrinada de
los cuerpos oficiales que se encargan de “resguardar” la seguridad y el control
en los alrededores del local.
El policía, un cómplice más
“El policía
de apellido Rondón dice haber recibido las 300 cédulas (150 entre
discapacitados y adultos mayores y 150 para los jóvenes) pero eso no es así,
solo recoge como 100 y las otras se las pasa la mujer que le dicen La Verde” relata
Rafael con un tono de molestia, agregando que el deber del policía no es el de
aceptar cédulas, sino el de velar por la
seguridad de quienes ahí se encuentran.
Foto cortesía de Globovision.com
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“Los rezagados” a la espera
“Los
rezagados” así les llaman a las personas que no pudieron comprar, Rafael es uno
de ellos, quien luego de reclamos a los entes encargados del Mercal, estos le
prometieron que ellos serian los primeros en comprar la próxima semana.
Durante dos
lunes Rafael Paredes dejó de trabajar para poder adquirir los alimentos, pues según
él su despensa está completamente vacía. Ahora se encuentra a la espera de
poder lograr su cometido, entrar al
Mercal del barrio El Milagro, y que pasar la noche sin dormir, bajo el peligro
de la ciudad de Valera, por fin haya valido la pena.
*Rafael Paredes (nombre ficticio para
proteger la identidad de la fuente)