jueves, 2 de noviembre de 2017

¿Por qué conmemoramos a los fieles difuntos?


Cada 2 de noviembre la cristiandad conmemora y recuerda a todas aquellas personas que han dejado este mundo y que en vida fueron fieles cristianos.

La conmemoración de los fieles difuntos es una de las celebraciones más antiguas de la Iglesia Católica que se remonta a sus inicios ya que la resurrección de los muertos es uno de los pilares fundamentales de la fe cristiana.

No fue sino hasta el siglo X cuando San Odilón, un Abad Benedictino del famoso Monasterio de Cluny instituyó esta celebración litúrgica que se extendió por España y Portugal.

La cristiandad recuerda a los difuntos porque en su creencia del cielo, la muerte y el purgatorio sabe que pueden interceder por la purificación de las almas, es la unión de la Iglesia Triunfante (Cielo), la Iglesia Purgante (Purgatorio) y la Iglesia Militante (Mundo).

El Concilio de Trento (1545 - 1563) declaró: “Las almas del purgatorio son socorridas por los sufragios de los fieles y señaladamente por el sacrificio del altar (La Misa)”.
La conmemoración de los fieles difuntos se realiza al día siguiente de la fiesta de todos los Santos, porque ésta recuerda a las almas ya santas que alcanzaron la Gloria, pero como el intelecto humano no puede determinar quiénes ya gozan de la Gloria y quiénes necesitan purificarse, se celebra al día siguiente a los fieles difuntos, cuyas almas retenidas en el purgatorio necesitan expiar sus culpas veniales debido a sus pecados de manera que habiéndose limpiado puedan entrar al reino de los cielos.

La importancia de los difuntos en la fe es escatológica, es decir, la creencia que en una vida eterna y un  alma inmortal, por lo que tiene a Dios como su causa, destino y plenitud.

San Pablo manifiesta que al final de los tiempos todos nos encontraremos con Cristo (1Tes 4), por lo que los difuntos son testimonio de la vida natural que se ve enriquecida por la vida sobrenatural en ese paso de la vida, muerte y vida eterna, además se les recuerda por el legado y la vida cristiana, también porque son parte de nuestra historia, en el caso de los padres, principales transmisores de la fe.

La repercusión de esta memoria en América Latina fue muy grande ya que las comunidades mesoamericanas y prehispánicas tenían un culto especial por los difuntos. Sin embargo, en el encuentro de las culturas y la evangelización se lograron purificar rituales supersticiosos y sacrificiales que tenían en este día en las comunidades indígenas y se le dio un sentido de trascendencia a la vida eterna y de oración familiar, por eso en México el “Día de Muertos” la familia va y comparte la cena en las tumbas de sus seres queridos, tumbas que durante el día limpiaron y adornaron.

En Venezuela esta fiesta ha tenido mucho realce y los pueblos se vuelcan a las iglesias a encomendar en misa a los difuntos, cumpliendo con su deber cristiano y esta obra de misericordia "orar por los difuntos", el sentido principal es el ofrecimiento eucarístico y la oración.

Pero, esta fiesta ha caído en cuestiones supersticiosas, quitando la fiesta del Halloween que es una fiesta pagana y que su sentido es distinto; se ha mezclado con posturas sincréticas, esotéricas y fundamentalistas que desvirtúan el principal sentido.
La superstición, el irrespeto y el abuso fúnebre de los restos del cuerpo  del difunto es rechazada por la Iglesia Católica y considerado como un acto de profanación y deplorable.


La fiesta de los fieles difuntos ha de servir para recordar a nuestros familiares que ya no están y que han dejado un importante legado en nuestras vidas y esperar que sus buenas acciones en la vida terrenal sean el boleto al reino celeste.