11 meses de
espera que terminaron con una llamada, bajé el teléfono, cerré los ojos y no
pude terminar de contar hasta 10, un desfile de improperios empezaron a salir
por mi boca, era evidente, tanto nadar para morir en la orilla… Me habían
cancelado el trámite para el pasaporte.
Pero debo ir
11 meses hacia atrás, a diciembre de 2016, cuando hice la solicitud de la cita
ya que por necesidades académicas necesitaba el documento que para ese entonces
aún se podía lograr conseguir con cierta rapidez.
Justo por
esos días, una compañera de clases había hecho un comentario: “Mi hermana tuvo
que pagar 100mil bolívares para que le dieran el pasaporte porque no se lo
querían dar porque y que no hay material”.
Cabe
destacar que para ese entonces el plan del pasaporte express no existía y que
100mil bolívares era una gran cantidad de dinero, todo eso quedó resonando en
mi cabeza pero traté de no hacerle caso… ¿O quizás sí?
Pasaron dos
días cuando recibí el mensaje donde me informaron que la cita era el día 14 en
la ciudad de Boconó.
Vámonos pa’
Boconó, vámonos montaña arriba…
El periplo comenzó
ese mismo día 14 temprano en la mañana, la travesía duró casi cuatro horas, monté
el primer bus Trujillo - Valera, pequeño de esos con el lujo del aire acondicionado,
que aunque recorría el Eje Vial parecía que estuviese atravesando la Sierra de
la Culata.
Al llegar a
la urbe de Doña Mercedes tomé el bus para Boconó, este sin tanto lujo, el aire
acondicionado no era necesario y menos de Árbol Redondo para arriba…
Finalmente, luego
de una dura travesía pude divisar los campanarios de San Alejo y El Carmen, allí
estaba el Jardín de Venezuela vuelto un caos, la noche anterior, Nicolás Maduro
había anunciado la cancelación de los billetes de 100 bolívares, decisión que
llevó a todo el país a un hecatombe.
Colas en todos los bancos, Taxistas y negocios
negándose a aceptar el billete marrón, y mi billetera… repleta de ellos… Sin
saberlo, estaba siendo testigo de las puertas del terrible 2017.
Finalmente cumplí
con la cita… “En dos semanas tiene su pasaporte” me dijo la venerable mujer que
me atendió amablemente, lo que no sabía era que serían dos semanas mercurianas.
Esas “dos semanas”
se convirtieron en dos semestres, lapso por el cual Venezuela se desplomó en
todos los sentidos, cada vez tenía más amigos en el exterior, sentía que había
más trujillanos viviendo en Santiago de Chile que en Santiago de Trujillo, el
dinero no alcanzaba, vi el horror de una juventud muriendo entre gas
lacrimógeno y una bandera y un sinfín de cosas que ustedes que me leen y yo
sabemos.
En ese lapso
de tiempo, ni un mensaje, ni un correo por parte del SAIME.
Y así llegamos a este punto, un amigo que por coincidencias también solicitó su pasaporte en diciembre pasado me comentó que ya le había llegado en Boconó, él, gentilmente me facilitó el número telefónico de la oficina en el jardín de Venezuela.
Llamé, la
voz de una dama que se notaba apresurada, con un leve acento central, me dio la
noticia: “Su trámite fue cancelado chamo, tiene que empezar de cero y tiene que
sacarse una cédula y pagar el pasaporte express”… “Gracias chica” contesté…
Bajé el
teléfono, cerré los ojos y no pude terminar de contar hasta 10, un desfile de
improperios empezaron a salir por mi boca, era evidente, tanto nadar para morir
en la orilla… Me habían cancelado el trámite para el pasaporte.