Fotografía: Carlos Solarte |
Ser trujillano es llevar en nuestros
corazones el orgullo de un exquisito y amplio pasado histórico-cultural digno
de ser estudiado, evocado, con el mismo amor que Mario Briceño Iragorri lo hizo
en su tiempo; pero también ser trujillano es hoy llevar a cuestas el caos de un
actual atraso imperioso, de pobreza y desempleo, de abandono e indolencia. Hoy
parece que Trujillo no se da cuenta de su propio desmoronamiento cultural,
económico, político, ecológico, educativo y social.
La educación debe ser la base de las
sociedades, pues en ella recae el peso del porvenir de un pueblo, la conducta
ciudadana y sus conjuntos, el profesor Alí Medina Machado nos dice, “La educación debe abrir cauces efectivos
para que el discente en formación se convierta en un hombre aportativo a la
comunidad en que se desenvuelve”, reconociendo el valor irrefutable que la
educación guarda para las sociedades.
El estudio profundo y minucioso de la
historia no debe ser abandonado, conocer nuestros orígenes, nuestro pasado, es
pieza clave para encontrarnos con nosotros mismos e identificarnos como sujetos
miembros de una cultura plural y polisémica, pues si desconocemos nuestra
historia, difícilmente sabremos el rumbo del provenir colectivo. Decae entonces
sobre nosotros la incertidumbre, la ignorancia, el desasosiego de convertirnos en
parias, tal parece que ese es el cometido de ciertos centros de poder para
perpetuarse, bien es sabido que un pueblo ignorante es al extremo manipulable, queda
de nuestra parte amigo lector, el generar mecanismos que promuevan el estudio
de nuestra historia y cultura colectiva.
El cultivo del conocimiento es una
labor minuciosa, está abierta todos cuantos sientan la necesidad de saberse miembros
de una sociedad, hoy Trujillo padece de un mal destructivo, cancerígeno de
alguna manera, y no es otro que el abandono de las letras, el desapego por lo
nuestro, la ignorancia de cualquier forma de expresión cultural, el profesor
Alí Medina Machado nos decía (por contar una anécdota) “los periódicos me están pidiendo que les envíe artículos, porque no hay
quien los escriba”, a su vez se preguntaba “¿Dónde están los más de doscientos profesores que tiene la Universidad
de Los Andes?”, surge la siguiente interrogante ¿Acaso la Universidad de
Los Andes, o las distintas Universidades que existen en Trujillo no tienen
profesores lo suficientemente calificados como para publicar artículos de
interés cultural en los distintos periódicos regionales y nacionales?
La respuesta salta a la vista, todos
quienes tenemos vínculos directos o indirectos con las diferentes universidades del estado, sabemos
que no es así, y ésta respuesta la refuerza el Profesor Alí, “No es que no tengamos profesores
calificados, lo que pasa es que nuestros docentes están apagados, la educación
no debe quedarse solo en las aulas de clase, la función del docente es ésta,
ser voz sonora, no podemos ser educadores pasivos ni educadores silenciosos",
el docente debe ser pro-activo, que aproveche hasta el último instante el educar,
que estimule las iniciativas, avivando la creatividad y el entusiasmo por las
faenas del estudio e investigación, pero también nos invita a salir del aula y
democratizar la educación, expandirla a otros niveles y espacios, acorde a la
dinámica social.
Cuando pienso en Trujillo y su dinámica
actual, se me hace inevitable sentir harta tristeza, con impotencia observo las
calles destrozadas, las plazas en completa desidia, los pocos museos que hay cayéndose
a pedazos, las personas haciendo kilométricas colas para obtener un paquete de harina
P.A.N o cualquier artículo de primera necesidad, recuerdo su pasado
esplendoroso y próspero que me cuentan los libros de historia venezolana, me
encuentro con estas palabras de Mario Briceño Iragorri, “Mi pueblo fue hasta el año en que lo incendió el pirata Grammont,
ciudad que discutió con Caracas la primacía en la Provincia de Venezuela”.
Imagino hoy a Trujillo con todo lo geográficamente
rico que es, como un ejemplo a seguir para toda Venezuela, tenemos tierras para
desarrollar todo tipo de cultivos, tenemos salida al mar por el puerto de La
Ceiba, y pare usted de contar todo tipo de rubros minerales y energéticos que
se pueden explotar en pro del desarrollo de nuestro Trujillo, es una utopía que
tenemos que construir y hacer realidad juntos, pero necesitamos unidad, amor,
emprendimiento, educación, Trujillo hoy pide a gritos que lo queramos un poco,
que lo sintamos tan nuestro como hijos que somos de sus tierras mágicas.