(Gregorio Riveros-Santos). Hace algunos años —el poeta Luis Vásquez
y yo— estuvimos arreglando la Biblioteca del Centro de Historia de Trujillo, en
vísperas del Primer Simposio de Literatura Trujillana "Mario Briceño
Iragorry" (año 1985). Estábamos emocionados. Salíamos de clases en la
universidad y corríamos a colaborar en la biblioteca. Era la oportunidad de
conocer a escritores y poetas que venían de otros lugares de Venezuela.
MANUEL BERMÚDEZ |
Llegó el día de la inauguración del simposio. Al terminar la
primera sesión matutina, salimos a comer. Llenamos el carro del poeta Luis
Vásquez. Previamente, conocimos a Manuel Bermúdez. Lo buscamos luego de su
intervención y hablamos con él, o mejor dicho, quien habló fue él. Luego, al
mediodía, se lo iban a llevar a comer (en horas del almuerzo) junto con otros
poetas que en realidad no conocíamos. Pero Manuel nos invitó, y allá fuimos a
parar.
Se reunieron un buen grupo de escritores: Denzil Romero,
Manuel Bermúdez, los poetas Ramón Ordaz y Tito Núñez, entre otros. Fuimos a la
casa de La Coronela. Una casa ubicada detrás de la iglesia de Don Tobías, con
un ambiente muy familiar y acogedor. Una señora muy decente y muy amable. Era
parte de una distinguida familia trujillana.
Ella, una hermosa mujer, de ojos bellísimos (La Coronela)
había cursado la invitación. El ambiente era espectacular. Festivo. Circuló una
bandeja con delicados vasos de cristal repletos de añejo escocés. Y no faltaron
los exquisitos “pasapalos”. Los tragos hicieron aflorar anécdotas, comentarios,
y los finos versos leídos de poemarios, o arrebatados a la propia memoria.
Al final, salió la doña vestida con su impecable traje verde
oliva. Hizo gestos castrenses. Había sido miembro de la comisión de ascensos
del ejército en tiempos del presidente Carlos Andrés Pérez. Y entre
ocurrencias, chistes, recitales y lecturas, así transcurrió la reunión. Buen
ambiente, suave música, poemas, y la voz de Manuel Bermúdez que retumbaba complacida
y cautivante y con mucha parsimonia en todos los rincones de la casa.
No faltó como conclusión, la nota mágica de los poetas. La
respetable y amable Coronela, se retiró a cambiarse las indumentarias verde
oliva. Luego, en un abrir y cerrar de ojos, apareció inesperadamente ataviada
con una vestimenta nupcial, con finas telas blancas, a tono de una boda muy
pomposa. Todos quedaron sorprendidos. Pero al poeta Tito Núñez, que no se le
escapa una, se le ocurrió un matrimonio, un casamiento, entre Manuel Bermúdez y
la Coronela. Todos aceptaron. Primero, el matrimonio civil, y sirvió de Jefe
civil el poeta Tito Núñez, y de amanuense el poeta Luis Vásquez. El matrimonio
eclesiástico fue realizado y bendecido por el poeta Ramón Ordaz. Y Denzil
Romero, sirvió como testigo de ambos actos. Al final, un lindo besito, unas
carcajadas; y de inmediato, la separación de cuerpos, apenas unos minutos duró
el matrimonio. El compromiso literario procuraba otros espacios. Se asomaron
las primeras horas de la tarde, era la hora de regresar al simposio.
En el año 2009, a principio de ese año, asistí con el poeta
Pedro Pérez al cumpleaños del Comandante guerrillero Francisco Prada
(Comandante Arauca). Mi sorpresa fue que allí encontré al poeta Tito Núñez.
Rememoramos aquel tiempo de nupcias que involucraba a Manuel Bermúdez. Y quedó
sorprendido porque todos eran escritores y ninguno había escrito esa anécdota
de Manuel Bermúdez en la ciudad de Trujillo en la oportunidad de celebrarse
aquel primer simposio de literatura trujillana. Por encargo del poeta Tito
Núñez, hicimos esta crónica volandera.
En aquél mismo año del 2009, el 15 de diciembre, murió Manuel
Bermúdez. La prensa nacional daba la infausta noticia de su muerte: “Se fue el
llanero marcado por el significado de las palabras”. Manuel, el mismo Manuel
Bermúdez que por encanto de las palabras y el sortilegio de los actos en fina
tertulia y magia literaria se casó en tierras trujillanas, con la amable, linda
y entrañable Coronela que todos conocimos en aquel primer Simposio de
Literatura. Por eso, el recuerdo de aquel casamiento —más allá de la ficción
que desbordó la realidad—, nos dejó una ceremonia de unión con la amistad, con
el compartir, y con el adorno de la tertulia y la buena fraternidad de los
poetas.
Poeta
y cronista (Pampanito/Venezuela). Abogado (U.V.M- Universidad Valle del
Momboy). Estudios en la especialidad Derecho Procesal Penal (Universidad
"Fermín Toro", Cabudare, estado Lara/Venezuela). Licenciado Educ.
Castellano y Literatura (U.L.A-Núcleo Universitario "Rafael Rangel",
estado Trujillo/Venezuela).