Foto: Cortesía
El emigrar se ha convertido en una necesidad en busca de
nuevas oportunidades, hay quienes lo hacen por moda, pero para otros son dos maletas de sueños que se van a distintos países
del mundo. Este es el caso de una
trujillana quien recorrió más de 62
horas de camino hasta llegar al norte de Ecuador, Quito.
Valentina Betancourt, con tan sólo 23 años de edad es abogada
de la república, egresada de la Universidad Valle de Momboy, (UVM); ejercía su profesión en un escritorio jurídico en la ciudad de las sietes colinas y actualmente realiza un especialización en la
Universidad de los Andes en Derecho Mercantil, Gerencia de Recursos Humanos y
Gerencia Empresarial.
La joven trujillana, cuenta que siempre le ha gustado
aprender y escalar más hasta llegar al Doctorado (PhD), pero las circunstancias
y necesidad de construir un mejor futuro
para ella y su familia, la llevó a tomar la decisión de nuevos horizontes,
abandonar su tierra natal, Venezuela.
Primer viaje: frontera
de Puerto Santander
Su viaje ya estaba planificado desde hace tres meses, cuando
llegó el día 11 de agosto exactamente el reloj marcaba las 5:20am cuando un
taxi contratado llegó a la casa de Valentina para trasladarla hasta la frontera
de Puerto Santander, Colombia, “luego de 7 horas logré pisar tierra colombiana,
sin hacer cola y sin obstáculo, pero tuve que montarme en otro taxi que me
cobró 10 mil pesos hasta Cucúta”, cuenta Valentina.
“Al cruzar la frontera como no tenía comprado el pasaje hasta
Ipiales, tuve que cancelar 30 mil bs en migración Venezuela y 40 mil bs para
pasar a Colombia”, resaltó la joven trujillana.
Frontera entre Colombia y Venezuela. Foto:
Colprensa
Segunda viaje: de
Cucúta a Bogotá
El sentimiento y la nostalgia aún permanecían en Valentina,
pero era el momento de actuar cuando llegó a Cucutá, lugar donde recorrió
distintas casas de cambio para poder adquirir pesos, “hay que tener cuidado con
las personas que se encuentran en las casas de cambio, si titubeas
prácticamente estas estafado, para cambiar de bolívares a peso tienes que
hacerlo con toda seguridad para que te den el precio del verdadero cambio que corresponde
ese día”, recalcó la joven trujillana.
Casa de cambio Cucúta. Cortesía: Reportero 24
El viaje apenas comenzaba, doce horas tardó en llegar de
Cúcuta a Bogotá, ya que no tuvo la suerte de encontrar pasaje directo a
Ipiales, lugar de la frontera entre Colombia y Ecuador, “en lo que si tuve suerte fue en montarme en
los buses Bolivarianos, súper cómodos, con wifi, toma corriente para cargar mi
teléfono celular y una pantalla para ver tv”, comentó Valentina en su recorrido
hasta la capital colombiana, que duró 14 horas de viaje.
Expreso Bolivariano -Foto: Cortesía
El poco tiempo que logró estar la trujillana en Bogotá lo
supo aprovechar para ducharse, comer y hasta para definirla como una ciudad
gótica y muy movida.
Terminal de transporte de Bogotá-Foto: Cortesía
Tercera viaje: de
Bogotá a Ipiales
12 horas de viaje tardó Valentina hasta llegar a Ipiales,
frontera con Ecuador. “La ansiedad en llegar a Ecuador era muy grande, aunque
el viaje ya estaba siendo cansón, mi cuerpo pedía descanso pero la emoción de
llegar a mi destino de Quito Ecuador, me quitaba el cansancio”, comentó entre
risas.
Al llegar a Ipiales, la joven trujillana se embarcó en una
camioneta Abans hasta Rumichaca para cruzar la frontera entre Colombia con Ecuador.
Puente Internacional Rumichaca, Ecuador- Foto: Cortesía
El tema de migración ya había sido estudiado por la abogada, “el
parecimiento fue sencillo pero con un poco de nervios, antes de pasar a Ecuador
tuve que ir a Migración Colombia para que me sellaran el pasaporte, lo mismo
hice en Migración Ecuador, pero con la diferencia de que tuve que responder una
seria de preguntas, ¿Qué dirección me trasladaría?, ¿qué iba hacer en Ecuador?
Y ¿cuánto dinero llevaba?”.
Con toda seguridad Valentina respondió en migración que se
dirigía hacia el Norte de Quito, que iba como turista y llevaba más de 300$
para los días que iba a estar en la mitad del mundo.
Destino final, Ecuador
Ya en tierra ecuatoriana, luego de pasar migración, Valentina
partió al terminal de Tulcán para agarrar el último autobús que la llevaría hasta el norte de Quito,
viaje que tardó 6 horas hasta llegar al destino final.
Más de tres días de viaje, con dos maletas de sueños
Valentina Betancourt llegó al norte de Quito, lugar donde unos amigos
trujillanos la estaban esperando para darle hospedaje en su residencia.
Av. Mariscal Sucre, Norte de Quito. Foto-Cortesía
Días después de haber llegado a Quito, Valentina decidió
vivir residenciada en un apartamento ubicado
al norte de la ciudad, Av. Mariscal Sucre, con sus tres amigas trujillanas que también son
egresadas de la UVM, ambas cancelan la residencia en 80$, “sólo tenemos dos
colchones, una cocina, un comedor y los utensilios de cada quien para comer,
pero nos sentimos satisfechas y tranquilas porque es un lugar seguro para
vivir”, resaltó Valentina.
Su día a día en Ecuador
El frío de Quito no es un impedimento para que Valentina
salga a buscar dinero honradamente con la venta de chocolates que se llevó de Venezuela
para ofrecerlos en conjunto con unas galletas decoradas preparadas por ella
misma, “los primeros días de estar en Ecuador recibí una oferta de trabajo a
través de una hermana de la iglesia acá en Quito, pero no me convenía mucho el
sueldo porque era por comisiones, entonces decidí vender chocolates y dulces ya
que me resulta más y puedo ganar diariamente de 30$ a 50$”.
Actualmente Valentina Betancourt, trujillana abogada y
estudiante del postgrado en la Universidad de los Andes a distancia, vive honradamente
en el norte de Quito, con su venta de galletas y chocolates le alcanza para
hacer un mercado de comida con 50$ que le dura una semana.
Foto: Cortesía
Su estadía por Ecuador no es de turista, esta abogada
egresada con honores aseguró que en los tres meses que tiene de permiso como
turista hará el procedimiento para obtener la visa por Unasur como residente
por dos años, la misma tiene un costo de 250$ para luego entrar y salir de
Ecuador cuantas veces quiera.
“Al tener la visa como residente se hace más fácil de encontrar un contrato de trabajo y después estudiar los dos años las leyes de acá para luego ejercer mi profesión como abogada en Ecuador, ese es mi anhelo, pero encomiendo a Dios que me guíe cada paso”. Cuenta Valentina con bastante seguridad.
“Al tener la visa como residente se hace más fácil de encontrar un contrato de trabajo y después estudiar los dos años las leyes de acá para luego ejercer mi profesión como abogada en Ecuador, ese es mi anhelo, pero encomiendo a Dios que me guíe cada paso”. Cuenta Valentina con bastante seguridad.
“Pienso regresar a Venezuela cuando las cosas estén mejores,
espero pasar estas navidades con mi familia trujillana, ese es mi gran anhelo,
poder ayudarlos y estar nuevamente con las personas que amo” aseguró Betancourt.
Una travesía de más de tres días, una aventura por Colombia y
un esfuerzo día a día en Ecuador, es la historia de una emigrante trujillana
que gastó más de 140$ para llegar a su destino final, ese país en la mitad del
mundo que arropa a cientos de venezolanos.