Vista del Centro de Trujillo desde la Alameda Ribas, al fondo el cerro El Zamuro (Foto: Jorge Briceño T.) |
“Trujillo de la Paz, viajera, errátil
como todos te llevan en el alma
Eres por siempre la Ciudad Portátil”
-Mario Briceño Perozo.
como todos te llevan en el alma
Eres por siempre la Ciudad Portátil”
-Mario Briceño Perozo.
460 años han pasado desde que el
Capitán don Diego García de Paredes llegara con sus tropas y un grupo de
sacerdotes a la “Tierra de Nubes”, Escuque, allí fundaría “Nueva Trujillo”,
dándole el nombre de su ciudad natal, Trujillo en Extremadura, España.
Luego de trece años errantes entre
las actuales poblaciones de Escuque, Boconó, Motatán, y Pampán y después de seis
cambios de nombre: Nueva Trujillo, Trujillo de Mirabel, Trujillo de Collado,
Trujillo de Salamanca, Trujillo de Medellín, Trujillo de Pampán, los españoles
deciden hacer un asentamiento más.
Finalmente los fundadores llegan
al Valle de los Mukas el 27 de noviembre de 1570, encabezados por el Capitán
don Francisco de la Bastida, dónde establecen la ciudad y la bautizan con el
nombre de “Nuestra Señora de la Paz de Trujillo”, de allí el nombre de “Ciudad
Portátil”, creado por José Oviedo y Baños, cronista de las Indias.
La Ciudad que oye cantar al Castán
ha dado hijos ilustres, Santos y Sabios, entre los que podemos destacar a
Cristóbal Mendoza, primer Presidente Constitucional de Venezuela, José de la
Cruz Carrillo, General de la independencia venezolana, Mario Briceño Iragorry,
humanista, escritor y abogado, conocido como el “Trujillano Universal”, Arnoldo
Gabaldón, Médico, gracias a él, Venezuela fue el primer país en erradicar la
Malaria, Monseñor Etanislao Carrillo, clérigo y vicario de Trujillo desde 1884
hasta 1949.
Trujillo, el Pendón de la Patria.
Monumento a la Paz Mundial. (Foto: Jorge Briceño T.) |
Trujillo también ha sido escenario
de las últimas batallas de los caudillos a finales del siglo XIX, que dejaron
como resultado decenas de muertos y la torre de la Catedral Incendiada.
No todo es Paz y Encanto
Lamentablemente, la indolencia de
los gobiernos y de los mismos ciudadanos ha hecho, que la Ciudad de la Paz se
estanque, pareciendo no volver a salir a flote y mirando como el tiempo pasa
por delante de ella. Trujillo está igual que hace 9 años cuando se celebraron
los 450 años de la ciudad y puede que siga igual el año entrante cuando
celebremos los 460.
El sueño del Trujillano de tener
en su ciudad sitios a donde ir a pasar un rato distinto, tranquilo y sin la
paranoia que causa la inseguridad que azota al país, que es otro factor de
estancamiento, parecen lejanos.
Además la crisis económica que
vive Venezuela es otro elemento importante que sumerge más a la cumpleañera
comarca en un lago de desidia, impidiendo que pueda salir adelante. Ya no hay
paz, no hay encanto.
Como los Santos y Sabios
Así como hicieron los ilustres trujillanos que
marcaron huella tanto en nuestro país como en otras tierras, así deberíamos
nosotros poner nuestro granito de arena para embellecer y rescatar nuestra
ciudad, no solo en el ámbito arquitectónico, sino en el ámbito social, humano y
todos los ámbitos posibles.
La construcción y remodelación de
plazas y parques es plausible, pero nuestra ciudad también merece cultura, hay
tantos espacios culturales que están habitados por la soledad y el olvido,
donde apenas son contables los trujillanos que asisten a los pocos eventos que
se realizan; si soñamos con una ciudad grande, comportémonos como en las
ciudades grandes, hagamos cultura.
Los que habitamos en este hermoso
Valle de los Mukas tenemos la tarea, junto con los gobernantes, sean del lado
que sean en hacer grande esta hermosa ciudad, si todos cooperamos, todos
ganamos, como los Santos y Sabios que en su grandeza hicieron grande a la
Ciudad.
“Mi ciudad tiene pocas calles
con empinadas y solemnes casonas.
Un río.
Una quebrada legendaria.
Cedros y bucares con centurias…
El sol despierta y baña los azulados cerros
-estampa noble y romántica de ancestral atuendo-.
Tranquilidad de horas provincianas.
Infancia perenne saltando hierbas con olor
a invierno.
Mi ciudad tiene sabor a historia,
a guerra,
a paz…
A muchachada con perfil de grandeza”
- Jorge Briceño Carmona.
con empinadas y solemnes casonas.
Un río.
Una quebrada legendaria.
Cedros y bucares con centurias…
El sol despierta y baña los azulados cerros
-estampa noble y romántica de ancestral atuendo-.
Tranquilidad de horas provincianas.
Infancia perenne saltando hierbas con olor
a invierno.
Mi ciudad tiene sabor a historia,
a guerra,
a paz…
A muchachada con perfil de grandeza”
- Jorge Briceño Carmona.