sábado, 8 de octubre de 2016

Trujillo Cumpleañera, amada y abandonada

 
Vista del Centro de Trujillo desde la Alameda Ribas, al fondo el cerro El Zamuro
(Foto: Jorge Briceño T.)
“Trujillo de la Paz, viajera, errátil
como todos te llevan en el alma
Eres por siempre la Ciudad Portátil”
-Mario Briceño Perozo.

460 años han pasado desde que el Capitán don Diego García de Paredes llegara con sus tropas y un grupo de sacerdotes a la “Tierra de Nubes”, Escuque, allí fundaría “Nueva Trujillo”, dándole el nombre de su ciudad natal, Trujillo en Extremadura, España.

Luego de trece años errantes entre las actuales poblaciones de Escuque, Boconó, Motatán, y Pampán y después de seis cambios de nombre: Nueva Trujillo, Trujillo de Mirabel, Trujillo de Collado, Trujillo de Salamanca, Trujillo de Medellín, Trujillo de Pampán, los españoles deciden hacer un asentamiento más.

Finalmente los fundadores llegan al Valle de los Mukas el 27 de noviembre de 1570, encabezados por el Capitán don Francisco de la Bastida, dónde establecen la ciudad y la bautizan con el nombre de “Nuestra Señora de la Paz de Trujillo”, de allí el nombre de “Ciudad Portátil”, creado por José Oviedo y Baños, cronista de las Indias.


La Ciudad que oye cantar al Castán ha dado hijos ilustres, Santos y Sabios, entre los que podemos destacar a Cristóbal Mendoza, primer Presidente Constitucional de Venezuela, José de la Cruz Carrillo, General de la independencia venezolana, Mario Briceño Iragorry, humanista, escritor y abogado, conocido como el “Trujillano Universal”, Arnoldo Gabaldón, Médico, gracias a él, Venezuela fue el primer país en erradicar la Malaria, Monseñor Etanislao Carrillo, clérigo y vicario de Trujillo desde 1884 hasta 1949.

Trujillo, el Pendón de la Patria.

Monumento a la Paz Mundial.
(Foto: Jorge Briceño T.)
La Ciudad Portátil ha sido testigo de maravillosas hazañas heroicas, como la firma del Decreto de la Guerra a Muerte, el 15 de Junio de 1813 o los Tratados de Armisticio y Regularización de la Guerra firmados por representantes de la Gran Colombia y el Reino de España entre el 25 y 26 de noviembre de 1820, acuerdos que ponen fin a la Guerra a Muerte.

Trujillo también ha sido escenario de las últimas batallas de los caudillos a finales del siglo XIX, que dejaron como resultado decenas de muertos y la torre de la Catedral Incendiada.


No todo es Paz y Encanto

Lamentablemente, la indolencia de los gobiernos y de los mismos ciudadanos ha hecho, que la Ciudad de la Paz se estanque, pareciendo no volver a salir a flote y mirando como el tiempo pasa por delante de ella. Trujillo está igual que hace 9 años cuando se celebraron los 450 años de la ciudad y puede que siga igual el año entrante cuando celebremos los 460.

El sueño del Trujillano de tener en su ciudad sitios a donde ir a pasar un rato distinto, tranquilo y sin la paranoia que causa la inseguridad que azota al país, que es otro factor de estancamiento, parecen lejanos.

Además la crisis económica que vive Venezuela es otro elemento importante que sumerge más a la cumpleañera comarca en un lago de desidia, impidiendo que pueda salir adelante. Ya no hay paz, no hay encanto.

Como los Santos y Sabios

Así como hicieron los ilustres trujillanos que marcaron huella tanto en nuestro país como en otras tierras, así deberíamos nosotros poner nuestro granito de arena para embellecer y rescatar nuestra ciudad, no solo en el ámbito arquitectónico, sino en el ámbito social, humano y todos los ámbitos posibles.

La construcción y remodelación de plazas y parques es plausible, pero nuestra ciudad también merece cultura, hay tantos espacios culturales que están habitados por la soledad y el olvido, donde apenas son contables los trujillanos que asisten a los pocos eventos que se realizan; si soñamos con una ciudad grande, comportémonos como en las ciudades grandes, hagamos cultura.

Los que habitamos en este hermoso Valle de los Mukas tenemos la tarea, junto con los gobernantes, sean del lado que sean en hacer grande esta hermosa ciudad, si todos cooperamos, todos ganamos, como los Santos y Sabios que en su grandeza hicieron grande a la Ciudad.


“Mi ciudad tiene pocas calles
con empinadas y solemnes casonas.
Un río.
Una quebrada legendaria.
Cedros y bucares con centurias…
El sol despierta y baña los azulados cerros
-estampa noble y romántica de ancestral atuendo-.
Tranquilidad de horas provincianas.
Infancia perenne saltando hierbas con olor
a invierno.
Mi ciudad tiene sabor a historia,
a guerra,
a paz…
A muchachada con perfil de grandeza”
- Jorge Briceño Carmona.