Los balleneros se mantuvieron a las orillas de la viña
literaria, cuestionando todo canon y estereotipo cultural; plantearon un quiebre
herético que nacía del regreso a la raíz, a los orígenes, para así llegar al más
puro éxtasis del arte. Los poetas desde luego se valieron de las ideas revolucionarias
y vanguardistas del momento para aplicarlas a la estética, en contra-cultura o
rechazo a la tradición.
Imagen cortesía de correodelorinoco.gob.ve |
Caupolicán Ovalles, uno de los más
subversivos poetas, fundador de El techo de la ballena, asume si se quiere la
postura más extremista de la poética denunciante, política y social, su
lenguaje era “el lenguaje de la calle”. La poesía de Caupolicán persigue la el
entendimiento del hombre en su cotidianidad, de sus peligros y sus desgracias,
para enrumbarlo a la transformación.
Contraportada del libro |
“¿Duerme
usted señor presidente?” de Caupolicán Ovalles se publica por medio de El
techo de la ballena, en el año 1962. El poemario lo prologa Adriano González
León. Este libro le costó el exilio a Ovalles, veamos por qué:
¿Duerme usted, señor presidente?
Si en vez de
dormir
bailara tango
con sus ministros
y sus jefes de amor
nosotros
podríamos
oir
de noche en noche
su taconeo
de archiduque
o duquesa.
Podríamos
reír
sólo de
verle,
ridículo como
es,
esperar los
aplausos
de toda la
gendarmería
frenética.
Claro que uno
está cansado
y quiere un
poco de diversión
monstruosa,
como ésta
de verle
con la lira
en el cuello
colgada,
como un
romano
o como una
romana
ciega de
absurdas creencias geniales.
Si en vez de
prometer
el
descubrimiento de la piedra
filosofal
que ha de
producir pan
y billetes de
veinte
se dedicara,
por lo
soberbio que es,
a vender
patatas podridas
o maíz
rancio,
los indios de
esta nación
le llamarían
Cacique Ojo de Perla.
Si en vez de
llorar
te murieses
un día de estos,
como una puerca elegante con
sus grasas
importadas
del Norte,
nosotros,
que estamos
cansados
de tanta estúpida
confesión,
pondríamos a
bailar las piedras
y los árboles
darían frutos manufacturados.
Con tu vieja y putrefacta osamenta,
alimento de
ratas,
llenaremos un
solo lugar de esta tierra
y la
llamaremos
la Cueva Maldita
y será
proscrita de ver
y de
acercarse a ella
por temor a
despertar tus histéricas
ternuras.
Te llaman
José el de
los sueños,
el de las
vacas sagradas,
el dueño de
las vacas más flacas
y
Presidente de
la "Sociedad Condal del Sueño".
Tus amigos te
llaman
Barbitúrico.
¿Hasta cuándo
duerme usted, señor Presidente?
Si adora la
vaca,
¡duerme!
Si al becerro
adora,
¡duerme!
Y si el
General le da su almuerzo,
duerme como
una lirona
o le da una
pataleta de sueño.
Cara de
Barro,
Ojo para ver
las Serpientes
y
llamarlas,
Ojo para
hacer compañía
y quemarte
con el
humilde Kerosene,
Ojo para
tenerse a mi servicio
como mozo de
alcoba
barato.
¿Duerme
usted, señor Presidente?
Le pregunto por ser joven
apuesto
y no como usted, señor de la
siesta.
Ojo de barro
y Water de Urgencia
(Caracas: Ediciones del Techo de la
Ballena, 1962)
El poema es el resultado de una
determinada circunstancia histórica (no, no es la actual venezolana, pero bien
podría aplicarse), es un espejo de la violencia y la corrupción que inundaban
al país bajo el gobierno de Rómulo Betancourt, un discurso anti-señorío. Degrada
de manera humorística la imagen del presidente con ingeniosas comparaciones.
Las imágenes alzan lo asustadizo y el
servilismo del jefe de estado con pinceladas irónicas y ambiguas, sin dejar a
un lado la cadencia poética del texto. Ángel Rama nos dice: “La fuerza sólo se alcanza por el insulto
directo, aunque debe reconocerse que la precisión seca y rítmica de sus
imágenes, construye un espacio desusado, categórico, de insólita virtualidad poética”.
Adriano González León fue hecho preso, y la mayoría de los ejemplares publicados
fueron incautados por el gobierno y luego quemados.
Cortesía: www.dossier-360.com |
Ya en 1968, luego de un período de
incremento grandioso de su actividad editorial, El Techo de la Ballena publica
el volumen “Salve amigo, salve, y adiós”, cerrando su ciclo, liberando a la
bestia que una vez invocaron. Sus militantes se fueron dispersando y
conglomerándose en nuevas formas, estableciendo nuevas agrupaciones con nuevos
conceptos ideológicos o persiguiendo caminos individuales, preocupándose de su
creación estética personal, pero manteniendo en común el espíritu ballenero, la
búsqueda fundamental en la investigación del lenguaje, de la palabra, el
disfrute de la palabra, la recreación del verbo.
Cortesía: venepoetics.blogspot.com |
Se convino cambiar la vida para transformar la sociedad,
hijos de Marx y Rimbaud, también de fijar planes y dirigir operaciones para que no se
esconda la realidad, para que se invoquen aguaceros o erupciones de lucidez
violenta y tal vez se llegue al punto eyaculatorio de la reinvención social.